jueves, 26 de julio de 2007

Clik


Y bueno... se fue. Así de rápido ,todo fue tan ordinario,un simple "clik" y ya no estaba, pero como pasa casi siempre en toda relación, después de un tiempo se comienza a notar la ausencia.

Después de algunos días solo , de salir a pasear en las noches sin compañía alguna, comenzo a sentir el vació de saber q ya no la tenia, que ya nunca la tendria a su lado.

Trato de superarlo saliendo con otra, pero ya no era igual, la necesitaba a ella.

Lo único que lo alejaba de la mujer de su vida era un enorme trazo que no sabia si podría salir con vida de el, pero se lanzo a la vida , salto. Al fin y al cabo no fue tan difícil; se oyó a lo lejos un preciso "clik" nuevamente, recorrió algunos kilómetros, llenos de curvas y algunos obstáculos, pero llegando al fin del tubo pudo encontrar a su amada, allí estaba mas hermosa que nunca, la beso y se fueron juntos.
Al termino de todo, o comienzo de nada pudieron vivir juntos para siempre.


Y volvieron a mover sus aletas y nadar por las noches en su pecera de cristal.



jueves, 19 de julio de 2007

Línea Telefónica.


Levante el teléfono, la chispa de electricidad iba directo a tu linea telefónica. Sentí miedo al saber que mi respiración se mezclaba con el sonido de ese tenebroso pito que retumbaba en mi tímpano, hasta que escuche tu voz, allí se consumió todo en un simple "Aló...?".


Y corte.


miércoles, 18 de julio de 2007

Solo por un cigarro

Caminando por Av. 11 de septiembre, se me ocurrió la brillante idea de un cigarro y un exquisito café con canela; revise mi bolsa (mi mochila) y no tenia nada de dinero, a lo mas unos $300 para cargar el pase bip!, y unos cuantos pesos más, pero eso no me alcanzaba para mi placer vicioso de esos momentos.

Seguí caminando hasta que llegue al metro Manuel Montt. Y bueno me quedaban unos $160 en el pase, así que decidí gastarlos e irme dirección San Pablo.

No sabiendo donde ir, me guié por como dicen "El viento me lleve"
y llegue mágica mente a mi antiguo barrio el famoso "Barrio Lastarria", habían pasado ya tantos años que no me acercaba a los suburbios que recordaban mi niñez, que decidí sentarme en la vereda a contemplar como había cambiado todo. Después de mi largo recogimiento de 3 minutos, volví a mi travesía para encontrar alguna forma de curar esta ansiedad palpitante, de un momento a otro estaba ahí, parada frente a mi antiguo edificio de Victoria Subercaseaux y decidí subir; las escaleras seguían tan sobrias como siempre, esas puertas enormes que yo creía les iban a salir piernas y me saldrían persiguiendo por esa enorme escalera caracol de mármol, ya no eran tan gigantes como parecían, esas hermosas barras de metal que cubrían cada ventana, se habían oxidado con el pasar de los años. Todo había cambiado, pero todo seguía donde lo había dejado. Como alguna vez dijo el magnifico científico Lavosier “Nada se pierde, todo se transforma” jaja. Bueno que mas daba estaba allí, toque la puerta, pero nadie atendió.

El recorrido en busca de libertad llego a parar al museo bellas artes, allí viendo a los malabaristas, vendedores ambulantes, y de mases, me senté en un banco, de esos pintados verdes que tu siempre ves llenos de tristeza cuando pasas por ahí, si es que no hay algún vagabundo amigo que te espera ansioso para conversar.

Pensaba yo en la inmortalidad de algún crustáceo y se me acerca un muchacho para preguntarme la hora, calmada mente saco mi celular del bolsillo y yo le respondo “Hora de marcharme”, siguiendo en transcurso a mi rumbo sin llegada siento un tirón en el brazo, era el , el mancebo gallardo , para ofrecerme un cigarro y un café con canela.