miércoles, 18 de julio de 2007

Solo por un cigarro

Caminando por Av. 11 de septiembre, se me ocurrió la brillante idea de un cigarro y un exquisito café con canela; revise mi bolsa (mi mochila) y no tenia nada de dinero, a lo mas unos $300 para cargar el pase bip!, y unos cuantos pesos más, pero eso no me alcanzaba para mi placer vicioso de esos momentos.

Seguí caminando hasta que llegue al metro Manuel Montt. Y bueno me quedaban unos $160 en el pase, así que decidí gastarlos e irme dirección San Pablo.

No sabiendo donde ir, me guié por como dicen "El viento me lleve"
y llegue mágica mente a mi antiguo barrio el famoso "Barrio Lastarria", habían pasado ya tantos años que no me acercaba a los suburbios que recordaban mi niñez, que decidí sentarme en la vereda a contemplar como había cambiado todo. Después de mi largo recogimiento de 3 minutos, volví a mi travesía para encontrar alguna forma de curar esta ansiedad palpitante, de un momento a otro estaba ahí, parada frente a mi antiguo edificio de Victoria Subercaseaux y decidí subir; las escaleras seguían tan sobrias como siempre, esas puertas enormes que yo creía les iban a salir piernas y me saldrían persiguiendo por esa enorme escalera caracol de mármol, ya no eran tan gigantes como parecían, esas hermosas barras de metal que cubrían cada ventana, se habían oxidado con el pasar de los años. Todo había cambiado, pero todo seguía donde lo había dejado. Como alguna vez dijo el magnifico científico Lavosier “Nada se pierde, todo se transforma” jaja. Bueno que mas daba estaba allí, toque la puerta, pero nadie atendió.

El recorrido en busca de libertad llego a parar al museo bellas artes, allí viendo a los malabaristas, vendedores ambulantes, y de mases, me senté en un banco, de esos pintados verdes que tu siempre ves llenos de tristeza cuando pasas por ahí, si es que no hay algún vagabundo amigo que te espera ansioso para conversar.

Pensaba yo en la inmortalidad de algún crustáceo y se me acerca un muchacho para preguntarme la hora, calmada mente saco mi celular del bolsillo y yo le respondo “Hora de marcharme”, siguiendo en transcurso a mi rumbo sin llegada siento un tirón en el brazo, era el , el mancebo gallardo , para ofrecerme un cigarro y un café con canela.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

La piel de mi cuerpo se erizó con el final, creo ha sido uno de los mejores cuentos que de ti he leído.

Te amo.

Constanza Maria Francisca ♥ dijo...

estro es verdah
te paso realmente
pork seria uy la raja k fuera too asi
!
me gusto toñiiiita!
k le da colors la jenaaa
jaja xD
te extraño tonta!
te kiero